A Day in the Life (of a Translator)

M. Soledad Berdazaiz
2 min readJan 12, 2024

¿Ser freelancer o no ser?

Cuando le cuento a la gente que soy freelancer y que trabajo desde casa, la mayoría apoya la cabeza en la mano y me mira con ojitos soñadores.

Es que parece que ese es últimamente el gran sueño. Después de la pandemia, muchos se dieron cuenta de que es posible trabajar desde casa y que hasta lo disfrutaban más. Las otras personas, las que prefieren ir a la oficina, también han terminado por intentar concesionar una forma de trabajo híbrida.

Mi manera de trabajar siempre fue esta; mucho antes del COVID, mucho antes del encierro forzado. Pero por ese entonces, la gente no me miraba con ojos soñadores, ni apoyaba la mandíbula en el dorso de la mano ni suspiraban. De hecho, todo lo contrario: me miraban confundidos, horrorizados. No entendían lo que era ser freelance. Tener un escritorio en casa les parecía una pesadilla. Sospecho que muchos hasta seguramente pensaban que no trabajaba en absoluto y que usaba la palabra freelance como eufemismo de desempleada.

Siempre trabajé de esta manera y siempre me gustó mucho. Organizarme nunca me supuso un problema. Separar mi vida profesional de la personal, tampoco. Creo que fue esencial tener un espacio de trabajo bien diferenciado, armonioso y agradable. Las pocas veces que tuve jefes y horario fijo terminé con altos grados de frustración y ansiedad. Tener que hacer concesiones con los demás en cuanto a mi tiempo y espacio nunca me resultó lo suficientemente atractivo como para conquistarme del todo. Es un entorno en el que no me hallo. Soy una ferviente pensadora de que no hay nada como ser dueño de uno mismo, de su tiempo y de su espacio. Eso nunca va a tener precio para mí y lo voy a defender con uñas y dientes hasta el límite de mis capacidades. Pero entiendo que no es para todo el mundo.

De hecho, la gente deja de mirarme con ojos soñadores en cuanto les cuento que a veces ser freelancer puede ser también inestable. Que puedo tener trabajo continuado durante dos años para luego tener meses sin un proyecto de traducción. Que también yo tengo que hacer concesiones, excepto que son conmigo misma, y que la idea de horario fijo es aun mas cruel cuando uno trabaja solo. El freelancer no conoce de días ni horarios establecidos. Y la sociedad como establecimiento no es tan benévola con el freelancer; más bien, desconfía de ellos. Pero no llega a comprender realmente que un trabajo en relación de dependencia tampoco es tener el cielo comprado.

Creo que a fin de cuentas, ningún trabajo es ideal y que siempre vamos a ganar algo y a perder algo. Es solo cuestión de poner en la balanza y evaluar cuales son las prioridades y aquellas cosas a las que uno no está dispuesto a renunciar.

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M. Soledad Berdazaiz

Eng<>Spa translator, writer, book lover. Patagonia born. You are invited to read me.